¿Qué tener en cuenta para comprar un diamante? Esta es una pregunta que la mayoría de las personas que quieren regalar o comprarse una joya se hacen. Y es en las épocas especiales cuando surgen las dudas. Por ejemplo, cuando uno se encuentra que se va a comprometer en una boda, momento que suele ser el primero en el que te ves en la necesidad de comprar una buena joya a tu prometida/o.
Lógicamente, yo aconsejaría que me contactaran para explicarles todo lo que necesita ser explicado, pero entiendo que cada individuo y cada familia tiene o conoce a alguien que tiene un joyero de confianza y eso es lo principal, la confianza. Ten presente que una persona te va a decir que una piedra te va costar 500 euros y otra que tú ves exactamente igual, 1000. Por eso ante todo, la confianza en el profesional va a ser lo que os guíe mejor.
De todas formas, aquí voy a tratar de dar los consejos básicos para comprar una joya de diamantes, que es lo que la mayoría de la gente suele regalar actualmente como regalo de compromiso. Porque las gemas de color… ¡eso sí es otra historia!
Lo principal para el comprador, y que ayuda mucho al vendedor, es tener cierta idea de lo que se quiere regalar y del presupuesto que se quiere invertir en dicha pieza. De las infinitas ideas de sortijas que existen, quizás las dos más sencillas para no liarse uno y para acertar prácticamente seguro con el regalo son las medias alianzas, sortijas con varios diamantes normalmente dispuestos en línea, y el solitario, sortija con un diamante central que puede ir o no acompañado de piedras más pequeñas en los laterales. Por supuesto, a parte de sortijas, existen pulseras, pendientes, colgantes, etc… que se pueden regalar y que de hecho se regalan, aunque en menor número. Todo lo que digamos ahora sobre las sortijas se puede aplicar también al resto de joyas, así que toma nota.
Lo primero de todo es el metal en el que venga engastado , oro o platino, y el color. Pero, ¿qué color? Actualmente, el blanco es el color más usado, sobre todo para diamantes; mientras el rosa y el amarillo quedan hoy en día más en segundo plano, aunque el primero está muy de moda y el amarillo siempre es y ha sido el color real del oro.
La forma de engaste (manera en la que van sujetas las piedras en la joya) también es una de las opciones a elegir. Todas tienen ventajas e inconvenientes. La garra o diferente números de “patitas” que sujetan la piedra más o menos en el aire tiene la ventaja de permitir que la luz entre por todas las direcciones de la piedra, haciéndola brillar mucho más que de cualquier otra forma. Los inconvenientes son principalmente de uso: se pueden enganchar más a la ropa y son algo más delicadas a lo golpes. Todo esto generalizando porque, por supuesto, no es lo mismo una pieza con cuatro garras finas muy altas que otra con cuatro gruesas y bajas.
La otra forma de engaste supone que la piedra esta agarrada por líneas más amplias de metal, puede ser en chatón (una línea de metal que circunvala la piedra), en carril, embutida, en media boquilla, etc. Todas estas formas tienen más o menos las mismas ventajas, no se enganchan y son más fuertes ante los golpes y el uso. Sin embargo, el diamante luce menos, ya que el metal que lo sujeta hace que entre poca luz a la piedra.
En cuanto a la gema en sí, el diamante, hay varios factores que dan a la piedra su precio. Los más conocidos son las famosas tres C, en inglés Carat , Clarity y Color; o sea Quilates, Pureza y Color. Estas tres características van enlazadas las unas con las otras y nos van a dar entre ellas el valor principal de la piedra: el precio de una piedra grande se ve disminuido considerablemente cuando presenta un color malo o una pureza deficiente.
El tema de los quilates es un factor puramente de peso, nada que ver con los del oro. En este caso, 1 quilate (cte) corresponde a 0,2grs. Y lógicamente, a más quilates mayor es la piedra y su valor, que crece geométricamente. El valor de las piedras se da por su peso. Así pues, un diamante de 0,50ctes costará más por quilate que uno de 0,48ctes, aunque al final el tamaño entre ambas sea prácticamente igual.
La pureza es la cantidad de inclusiones o imperfecciones que tiene la gema a la lupa de 10 aumentos, la escala empieza desde IF y F (pura a la lupa), le sigue VVS (very very slightly included, una pequeña inclusión o inclusiones muy difícil de observar a la lupa), VS (very slightly included, alguna inclusión en la piedra), SI (small included, inclusiones fáciles de ver a la lupa) y por último los I (included, inclusiones detectadas a simple vista y que afectan a la transparencia y brillo de la piedra). La denominación posterior de 1 ó 2 dentro de una misma pureza corresponde a lo centradas que estén dichas inclusiones en la gema, cuanto menos centradas estén las impurezas, mejor a la pureza y se le otorgará el 1.
El color aunque tiene varias escalas admitidas, la que actualmente se usa más por ser la más completa es la americana del laboratorio gemológico de Estados Unidos (GIA, por sus siglas en Inglés). Esta lista va desde la letra D hasta la Z: de la D hasta la H son piedras incoloras, “blancas”; a partir de ahí continúan hacia abajo con diversas tonalidades de amarillo y marrón hasta las últimas graduaciones que entran en lo que empezaríamos a llamar “light colored”, solapándose a los primeros tonos que denominaríamos ya diamantes de color.
Aunque los tres factores principales de los diamantes son los arriba mencionados, existen otros puntos que también hacen variar el precio de la gema y que por supuesto también hacen que un diamante pueda ser bueno, muy bueno o excepcional.
De entre las otras características podemos destacar la calidad de la talla, el tipo de talla, la fluorescencia y el certificado: si lleva o no y en el caso de que lo posea, cuál es.
Como veis, la gemología no es ABC y siempre hay algunos matices que hacen que una piedra, en este caso el diamante, pueda costar un poquito más o menos que otro prácticamente igual.
Espero haberos dado algún consejo útil o haberos aportado información interesante, pero finalmente. como en casi todo, lo más inteligente es hacerse con un buen profesional que os guíe y os aclare el camino que queréis seguir: en este caso, acertar con el regalo y haceros sentir que habéis hecho una buena compra.
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