Concebir las joyas como inversión es uno de los mitos más comunes de las joyas, cuantas veces los clientes han venido y me han comentado que querían comprar tal o cual joya porque así invertían el dinero y además podían lucirlas, otras tantas veces yo les contestaba que para lucirlas perfecto, pero que para invertir en joyería, compre un lingote de oro.
La joya, como bien de consumo que es, tiene una pérdida de valor más o menos grande según la estemos comprando; al salir de la tienda, esa misma joya ya ha perdido el impuesto, ha perdido su mano de obra y el importe correspondiente al beneficio del vendedor. Cierto que los materiales con la que está construida tienen de por sí un valor intrínseco que le dan un valor mayor que otros productos similares; pero aún así, sigue siendo un artículo de uso, como un coche, un electrodoméstico o un aparato tecnológico. De esta forma, en el mercado de segunda mano tendrá un valor mucho más bajo que el precio por el que se compró. En algunos casos, esa depreciación no será muy acusada debido precisamente al valor de sus materiales; pero en todo caso, el propietario de la joya verá como las ofertas de recompra no suelen pasar de un 30% de lo que costó, sobretodo si uno quiere recuperar su “inversión” en pocos años.
Es quizá por esa idea de pieza de inversión, por lo que los propietarios de las joyas piensan que todos los que les ofertan un precio de recompra les están engañando. Por supuesto que hay gente que se aprovechará y querrá “timar” al cliente, pero habrá muchos otros que le darán un precio justo para él y con posibilidades de ganancia para el profesional. En cualquier caso, como siempre digo y me repito, lo más importante es ir a un sitio de confianza , porque nadie da, y hoy menos aún, duros a pesetas.
De todas formas, para no desprestigiar a mi querida joyería, debo precisar que por supuesto existen piezas o materiales con los que se puede invertir y ganar dinero , pero son piezas excepcionales bien por su rareza bien por la firma que la fabricó o bien, y actualmente es quizá el valor más solido, por quién las lució.
De esta forma, tanto, una joya, por ejemplo, del s.XIX o firmada por VanCleef & Arpels o que lució Marilyn Monroe puede cotizarse bastante en el mercado de subastas y de segunda mano. Y ni qué decir si uno tiene un diamante o un rubí u otra piedra de un tamaño grande y con calidad; las ofertas de compra pueden ser muy beneficiosas para el dueño de la piedra.
Lo que sí os digo es que para cualquier persona que no sea profesional de esto, las inversiones en joyería o piedra suelta requieren años para dar beneficios sustanciales. Uno no compra un diamante por 20.000€ y a los 3 meses lo vende por 25.000€. Hay que tener en cuenta que, salvo excepciones, antes de venderlo al cliente final, la pieza o piedra ha pasado por varias manos y todas ellas se han quedado mas o menos con algo de beneficio.
Resumiendo, comprad joyas para lucirlas o para regalar o para llevar en momentos especiales, pero siempre con la idea de usarlas.
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